Las fascinantes especies que viven en las profundidades marinas, a cientos de metros bajo la superficie, son algunas de las menos indicadas del mundo para soportar la pesca comercial. Su fisiología se ha adaptado a vivir en un entorno frío y oscuro, con recursos dispersos y poco abundantes. Como resultado, los procesos biológicos de muchas especies de profundidad transcurren a una escala temporal mucho más lenta que los de aguas someras: crecen despacio, se reproducen a edad tardía y pueden vivir muchos años. Por ejemplo, el pez diablo (Epigonus telescopus), una especie que se encuentra en fondos blandos de las profundidades del Atlántico, el Índico y el Pacífico, puede llegar a los 104 años.
Tiburones de profundidad: poco conocidos, peor gestionados

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