Existe una manera de detener derrames como éste, proteger nuestro clima, y apoyar una transición justa hacia una economía de energía limpia: no efectuar nuevas perforaciones en alta mar y mantener los combustibles fósiles bajo tierra.
El derrame de petróleo de Shell en el Golfo de México a principios de mayo - a sólo 90 millas de la costa de Luisiana - es el mayor desde el desastre de Deepwater Horizon de BP de 2010, cuyos efectos se siguen haciendo sentir en toda la región. Actualmente se estima en poco menos de 90.000 galones, pero el derrame de Shell es otro ejemplo de la explotación crónica por la industria de combustibles fósiles en la región donde han sido reportados desde 2010 más de 10.000 derrames.
Existe una manera de detener derrames como éste, proteger nuestro clima, y apoyar una transición justa hacia una economía de energía limpia: no efectuar nuevas perforaciones en alta mar y mantener los combustibles fósiles bajo tierra.
Existe una manera de detener derrames como éste, proteger nuestro clima, y apoyar una transición justa hacia una economía de energía limpia: no efectuar nuevas perforaciones en alta mar y mantener los combustibles fósiles bajo tierra.
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