Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, ha declarado un "estado de anarquía" después que la explosión de una bomba alcanzó un mercado nocturno en su ciudad natal de Davao, matando a 14 e hiriendo a otras 67 personas.

"Tengo que declarar un estado de violencia anárquica en este país, no es una ley marcial", dijo a la prensa tras el incidente, añadiendo que creía que la explosión fue un acto de terrorismo.

La explosión se produjo cerca del hotel Marco Polo - un lugar que el presidente visita a menudo, y donde mantuvo numerosas reuniones durante su campaña electoral.

No estaba inmediatamente claro qué causó la explosión, con informes contradictorios de testigos acerca de lo sucedido.

Como parte de la declaración, el presidente ha autorizado a la policía y al ejército a buscar coches y personas y cachearles en los controles.

El portavoz del Sr. Duterte, Ernesto Abella, advirtió al público de estar alerta y evitar aglomeraciones.

"Mientras que hasta ahora nadie ha reivindicado la autoría es mejor que la población no sea imprudente y evite lugares con mucha gente", dijo. "No hay motivo de alarma, pero es aconsejable ser prudente".

El ataque se produce mientras el inflexible presidente hace la guerra contra capos de la droga y distribuidores, los rebeldes islamistas y burócratas corruptos.

Mientras que la propia Davao es segura, la región de Mindanao, una provincia sureña, es acosada por décadas de militancia musulmana.

Abu Sayyaf, un grupo rebelde débilmente ligado al llamado Estado Islámico, opera en la zona, con una ofensiva militar en curso contra ellos que se intensificó la semana pasada después de que el grupo decapitó a un joven campesino secuestrado.