Tapones de botellas de plástico, peines, soldaditos de los años cincuenta, rulos, cucharas, cepillos de dientes, aros polivalentes… Richard y Judith Lang llevan desde 1999 recogiendo residuos plásticos de Kehoe Beach, una pequeña playa del norte de California (EE UU).
Empezaron atraídos por la cantidad de desperdicios repetidos que encontraban y por la cotidianeidad de los objetos que salían a su paso. Descubrieron una avalancha de material que superaba todas sus espectativas. “El plástico no se biodegrada, se fragmenta en piezas cada vez más pequeñas, en algunas áreas del océano los trozos superan 15 veces al fitoplancton y al zooplancton, cruciales para la vida en la Tierra tal y como la conocemos”, destacan los artistas en su página web.
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