La caza de ballenas con fines comerciales fue prohibida en todo el mundo en 1982.
No obstante, Islandia, Japón y Noruega continuaron con esta actividad tras una serie de exenciones, y capturan de forma conjunta alrededor de 2.000 ballenas al año.
La Comisión Internacional Ballenera establece cuotas de caza de ballenas para subsistencia de grupos indígenas de ciertos lugares, como Alaska (Estados Unidos) y Rusia.
Una regulación permite la pesca de ballenas con fines científicos, argumento al que se acoge Japón para permitir la caza de los cetáceos.

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